lunes, 10 de mayo de 2010

GUARRERIA COFRADE

Me gustaría reflexionar sobre el estado lamentable en que se han quedado algunas calles de la capital con la celebración de las cruces de Mayo. Si nos damos una vuelta por la calle Las Tiendas, a la altura donde la abrió la cofradía del Silencio, el estado en que se han dejado las aceras es lamentable. Las losas están negras, llenas de manchas, olor a orines sin contar los vasos de cerveza y vino a medio beber que podías encontrar todas las mañanas. Me gustaría preguntar a los cofrades, como organizadores del evento, si tanto les costaba dar un fregado al tramo de calle que habían ensuciado. A fin de cuentas la responsabilidad de tanta suciedad es exclusivamente suya. Ellos se excusaran alegando que ya pagan un canon al Ayuntamiento para poner la cruz y que es responsabilidad municipal limpiar las aceras. Seguro que consideran que lo que ocurra de puertas para afuera de su “recinto” no es culpa de ellos si no de las personas incívicas que no tienen un mínimo de educación. Yo soy vecino de la zona y la verdad es que me traen sin cuidado esas escusas. Las calles están así por la apertura de la cruz y solamente por ese motivo. Por lo tanto considero que la responsabilidad es suya. ¿Por qué pagan unos 500€ ya puede convertir en un estercolero todo lo que tienen alrededor? Yo pago la tasa de basura todos los años y no voy a su puerta a arrojar mis desperdicios. ¿Alguien toleraría que un bar dejara así la calle? No, en apenas diez minutos aparecerían los municipales para sancionar al establecimiento aunque el problema fuera en el exterior del mismo. De hecho, si nos fijamos, son muchos los pubs del centro donde el personal de seguridad prohíbe sacar bebida de su establecimiento al exterior ¿por qué existe tanta permisividad y tolerancia con los actos organizados por ciertos colectivos? Creo mi tolerancia está cumplida con aguantar el ruido en la calle y la nula insonorización de sus locales hasta altas horas de la noche. Seguro que alguien pensará que es un acto cultural y que hay que promocionarlo y no poner pegas a su celebración. Pero no nos engañemos, esta afirmación es falsa. El acto cultural de abrir una cruz al público no ensucia la calle, lo que ensucia es la actividad lucrativa que realiza la cofradía para recaudar fondos. Es decir un interés puramente económico y privado. Es por ello por lo que creo que se debería exigir a las hermandades similares exigencias que a cualquier otro establecimiento hostelero, sobre todo cuando su actividad perjudique a los demás vecinos. Si no siempre pueden acondicionar sus propios locales para esta celebración, tal y como hacen algunas asociaciones culturales. Quizás, si fuese en un lugar donde les duele a ellos también, serían algo más cuidadosos con lo que les rodea. Por romper una lanza a favor de estas agrupaciones, tengo que decir que me consta que otra cofradía, la que abre en la calle que hace esquina en la misma calle Las Tiendas con la tienda de recuerdos “El Valenciano” (perdón pero no recuerdo el nombre de la hermandad) limpiaron su calle de toda la basura que habían dejado los borrachos y también habían pagado al ayuntamiento. Quizás sean más cuidadosos con lo que hacen, no lo se. Pero estoy seguro que otras hermandades deberían tomar algo de ejemplo de este comportamiento por el bien de la convivencia entre ciudadanos. Ya se sabe de sobra aquella frase que dicta que los derechos de uno acaban donde empiezan los de los demás.