
Y me imagino que en honor a este hecho histórico tan conocido por todos nosotros, existe la afición tan almeriense de poner a los niños pequeños a mear en los alcorques de los arboles en cuanto sueltan los pañales. Lo curioso es que a nadie le parezca mal, si eres más mayor o estas (mas bien estabas) de botellón ya te miran de otra manera, si no probad a sacaros la chorra a las once de la mañana en el Paseo y ya vereis. El hecho de tratar a un hijo como a un perro ya me parece denigrante pero lo que vi el otro día ya me pareció repulsivo y sin nombre. En medio de la Plaza Flores, nooooooo, no en un callejón perdido en algún suburbio, en la puerta de los Torreluz, los hoteles más céntricos de la capital, podías disfrutar del bello espectáculo de como una mamaica a las siete de la tarde le había bajado los pantalones a su hijo y mientras lo sujetaba en el aire el niño cagaba tranquilamente a lo pollo. Tiene cojones el asunto, no tendría para poder entrar en una puñetera cafeteria pero bien que se había remangado las mangas de su polito de Ralph Lauren no vaya a ser que la mierda le chorrease porqué en su moreno de rayos uva no se le iba a notar. Y es que parece ser que por muy pijo que seas y por mucho que juegues al padel hay algunos que no se quitan la costumbre de limpiarse el culo con piedras ni para atrás, pero bueno, esa es la imagen que damos a los que nos visitan, la "simpática y agradable" escena de un niño cagando en medio la calle. Esto me imagino que va de la mano del tema un poco manido de la falta de cultura y la educación de la gente, parece que este asunto empieza ya a oler...
