lunes, 26 de diciembre de 2011

EL DIA DEL PENDON

España es desgraciadamente un país donde la historia está demasiado politizada. La ignorancia e intolerancia llegan a tal punto que se otorgan etiquetas de izquierdas o derechas a hechos históricos que poco o nada tienen que ver con nuestros prejuicios actuales.
Primero la Leyenda Negra, cuyo mayor éxito fue que hasta nosotros nos la creemos a pies juntillas, y la dictadura franquista después, que ha propiciado que muchas generaciones de hoy en día respondan a favor o en contra de la interpretación de la historia de este régimen, propicia que seamos un país radical en muchas interpretaciones históricas.
Así vemos ejemplos en los cuales “la derecha” se golpea el pecho enorgulleciéndose del Imperio Español, cuando la monarquía de los Habsburgo fue una confederación de estados casi independientes que compartían un rey común pero poseían diferentes idiomas, leyes o impuestos, concepto muy diferente de la gran España unida que pregonan. O por contra, vemos como “la izquierda” se vanagloria de la gran tolerancia en Al Andalus cuando su amplia historia está cargada de exilios y persecuciones religiosas contra cristianos, judíos o los mismos hispanomusulmanes (por parte de sus correligionarios africanos). Es irracional tratar de juzgar la historia pasada con la mentalidad actual y mucho menos apropiarse de ciertas etapas de la historia, puesto que la historia no es propiedad de ciertos partidos políticos del momento.
En Almería esto lo conocemos bien. Todos los años vivimos el bochornoso espectáculo que es el día del Pendón. La tradición más antigua que conserva nuestra ciudad siempre es utilizada por personajes de un bando y otro para tirarse los trastos a la cabeza. Probablemente si viéramos este acontecimiento desde una perspectiva más neutral, librándonos de los prejuicios y las ideas preconcebidas que nos atenazan seriamos capaces de quitarnos de encima los traumas que esta celebración nos conlleva.
Me gustaría explicar brevemente este hecho para ayudar a su comprensión y desmitificación. Lo primero que deberíamos hacer es modificar la idealización que tenemos de lo que fue el reino nazarí. La realidad es que este estado basó su supervivencia en su situación de dependencia y tributo de la Corona de Castilla. Esto le permitió sobrevivir varios siglos tras la desaparición de Al Andalus. Y a pesar de un siglo XIV sin demasiados problemas, en el cual se aprovechó de las disputas entre Castilla y Aragón por la supremacía peninsular, su siglo XV fue catastrófico. Las distintas conspiraciones de la nobleza granadina llevaron al reino a un estado continuo de guerra civil que duró casi todo el siglo y no finalizó ni con la conquista de Granada en 1492. Esto, junto con un norte de África desinteresado por los temas ibéricos tras el hundimiento de los benimerines, el último de sus grandes imperios, llevó al empobrecimiento paulatino de la población. Esta situación se vio empeorada por la sobrepoblación y la disminución de su ya escaso comercio. Cuando los Reyes Católicos empezaron la campaña conocida como la Guerra de Granada el reino estaba arruinado y la guerra civil consumía a la población. El rey Muley Hacen, su hermano El Zagal y su hijo Boabdil (enemigos con odios irreconciliables) se turnaron en ceñir la corona a costa de concesiones y alianzas con los cristianos. Cuando Boabdil se alió en Lucena con los Reyes Católicos en contra de su tío El Zagal al final de la guerra, las tropas de Isabel y Fernando iniciaron un asedio a la ciudad de Baza. Tras un sitio de unos seis meses Baza se rinde a las tropas cristianas y El Zagal, traicionado por su sobrino y cansado tras décadas de guerra, decide rendir el resto del reino que estaba en su poder: las tierras de Almería y Guadix (Boabdil solamente reinaba sobre la ciudad de Granada). Tras la firma de las distintas capitulaciones y de la realización de los protocolos correspondientes para la entrega de territorios conquistados, la ciudad de Almería pasa a manos cristianas el 26 de diciembre de 1489. Los Reyes Católicos entran pacíficamente en la ciudad y su pendón ondea por primera vez sobre las almenas de nuestra alcazaba.
Las capitulaciones de nuestra ciudad se rigen por el espíritu medieval del mudejarismo y la convivencia entre culturas. De hecho, el tratado de rendición concedía unas condiciones y un estatus mucho más ventajoso que el de otros mudéjares en reinos reconquistados siglos atrás. Se intentaba atraerse al pueblo para que aceptase de mejor grado el cambio de elites dominantes. Los moriscos pasaban a ser súbditos de los Reyes Católicos con todas las garantías y derechos que ello les otorgaba. Los reyes les permitieron profesar su fe y vivir según sus leyes y costumbres. Mantuvieron sus tierras y rentas, pagando los mismos impuestos que en tiempos nazaríes. Tenían libertad de movimiento por todos los dominios de los Reyes Católicos y a los que deseasen irse del reino se les permitiría vender sus terrenos y llevarse su dinero y bienes muebles. Incluso la mayoría de los nobles a los cuales se les encomendó el gobierno poseían un gran talante conciliador. Desgraciadamente el concepto de reino mudéjar estaba completamente anticuado a finales del siglo XV y ni vencedores ni vencidos lo aceptaron de buen grado. Los cristianos porque no obtuvieron el botín esperado tras generaciones de lucha y los musulmanes porque no aceptaban vivir en un estado cristiano. Estos motivos provocaron distintas revueltas contra la monarquía cristiana que consecuentemente suponían recortes en sus derechos conforme eran sofocadas. Esta conflictividad acabó con la Guerra de las Alpujarras y la expulsión de los moriscos de la Península Ibérica en el siglo XVII. Sería inocente ver un único culpable de esta situación, lo fácil es alinearse con el supuestamente más débil, pero la realidad es que ambas sociedades fueron igual de culpables del fracaso en la convivencia.  
Tras este breve análisis de la reconquista de Almería podemos desmentir muchos mitos negativos sobre este acontecimiento histórico:
Primero, que la anexión a la Corona de Castilla supusiera el inicio de la ruina de Almería. Nuestra ciudad ya estaba arruinada y empobrecida y aunque es cierto que la penuria se incrementó fue debido a su paso a ciudad de una frontera bélica con el norte de África más que por el cambio de religión oficial ¿Alguien en su sano juicio se iría en la actualidad a montar un negocio a Kosovo o a Afganistán?
Segundo, que se produjo un genocidio contra la población musulmana. Esto es falso puesto que fueron unas capitulaciones pacificas y se entró en Almería y Guadix sin disparar un solo arcabuz. Hasta el asedio de Baza no fue especialmente violento, aunque si muy duro para ambos ejércitos debido a la gran duración del mismo.
Tercero, que los cristianos tuvieron un comportamiento fundamentalista. Los vencedores concedieron a los vencidos unas concesiones impensables hasta para los tiempos actuales. Renunciando al saqueo y el botín de las tierras conquistadas, normal general de la época, en pro de una asimilación a la naciente monarquía hispánica ¿Esta es la actitud propia de un fundamentalista?
Cuarto, que la actual población musulmana de Almería se puede ver ofendida con la celebración ¿Por? ¿Por qué a los moriscos se les permitió inicialmente continuar con su religión, se respetaron sus mezquitas, sus leyes y costumbres? Suena ridículo. Es más si ahondamos en la historia del norte de África descubriremos que los reinos musulmanes del actual Magreb confabularon con los cristianos en múltiples ocasiones para acabar con los nazaríes y en demasiados casos trataron peor a los hispanomusulmanes y judíos sefardíes exiliados que las autoridades cristianas. Así que suena ciertamente hipócrita sentirse molesto por unos hechos que los ofendidos probablemente ni siquiera conozcan superficialmente.
Quinto y último, que la reconquista de la ciudad supuso un retroceso social. La realidad es que gracias a la anexión de Almería a la orbita católica entramos en el que se convertiría en uno de los primeros estados nacionales que surgieron en Europa. Rompiendo con la tradición feudal de siglos anteriores, donde la nobleza reducía a la población a la semiesclavitud. El reino creado por los Reyes Católicos supuso la entrada en lo que se consideraba el progreso político de aquella época (aunque los más conservadores de nuestros días lo adopten como bandera). Fue la necesaria ruptura con la Edad Media y el paso a la Edad Moderna. A la que accedimos de lleno ese veintiséis de diciembre con sus luces y con sus sombras.
Para finalizar sólo quiero comentar que otro tema bien diferente sería el escaso seguimiento popular de esta festividad. Pero eso da para otro artículo. Solamente decir que si a la gran politización de este día le sumamos la inexistencia de actos culturales o lúdicos que atraigan a la población es difícil hacer que nadie sienta interés por este aniversario. Quítenle las hogueras y las moragas a San Juan y veremos quien lo celebra. Es más, desgraciadamente, es muy posible que mis palabras sobre el día del Pendón hagan pensar algunos lectores que soy un ultraderechista empedernido sólo por gustarme la historia y desconociendo hacia donde van mis votos. Pero claro, el día del Pendón es una fiesta de fachas y gracias a esta forma de pensar en corto seguimos año tras año “disfrutando” de una fecha que suele convocar a más periodistas que ciudadanos, y que los pocos que concurren van para gritarse mutuamente “rojos” o “fascistas” dependiendo de la banderita que ondeen esa mañana. Sólo espero que con el paso del tiempo nuestra sociedad sea lo suficientemente madura como para dejar atrás la hipocresía y la critica sin fundamento y sepamos comprender que la historia de nuestra tierra no es de la izquierda o la derecha, si no que es patrimonio de todos los almerienses. 

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